Así cambiará Barcelona con el despliegue de más ‘superilles’

Trabajadores descansan en una de las mesas habilitadas en la superilla del Poblenou / VÍCTOR RECACHA

ADRIANA DELGADO, MARÍA JOSÉ ELÍAS y VÍCTOR RECACHA

Las ‘superilles‘ son la gran apuesta de Barcelona frente a la alerta por la contaminación y la amenaza de sanciones económicas por parte de la Unión Europea. Una bandera de urbanismo y movilidad para el gobierno municipal liderado por la alcaldesa Ada Colau.

El espacio en que restringen el tráfico varía en cada intervención, pero la idea original es delimitar nueve manzanas del Pla Cerdà, o tres por tres. Así nace una supermanzana en cuyas calles interiores el tráfico está prohibido o limitado.

Los vecinos pueden acceder a sus casas en coche pero los conductores que usaban el área como zona de paso no pueden avanzar en línea recta y son obligados a girar una calle después de acceder al recinto de la superilla.

El Ayuntamiento de Barcelona persigue un doble objetivo: reducir emisiones y ‘robar’ espacio a los coches para dárselo a las personas. Una propuesta que pretende ser innovadora en movilidad, sostenibilidad y urbanismo.

De las 503 supermanzanas planeadas, por el momento hay cinco en marcha: en Poblenou, Sant Antoni, Horta, Les Corts y Hostafrancs. Las obras para añadir tres más —en Esquerra y Dreta de l’Eixample y en Sant Gervasi— empezarán en 2020.

Niños jugando en uno de los parques de la superilla en la calle Sancho de Ávila /
VICTOR RECACHA

Además, la de Poblenou, la primera en desembarcar en la ciudad en 2017, podría tener continuidad con una segunda supermanzana en el barrio. Estará ubicada frente al tanatorio de Sancho de Ávila, cerca de la actual, y tendrá forma de T, ya que solo restringirá el tráfico en dos calles. Según Betevé, las obras empezarán en 2020 y finalizarán en 2022.

En el futuro, el gobierno municipal también planea crear grandes ejes verdes que unan las  superilles. Se prevé que las del Eixample, por ejemplo, estén conectadas.

El arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona, Xavi Matilla, asegura que el proyecto de las supermanzanas responde a “la necesidad de conseguir verde” y a “un cambio en el paradigma de movilidad”, pero también a la emergencia climática.

Para Matilla, el modelo tiene dos objetivos: uno medioambiental, mejorar las condiciones climáticas, y otro social, “recuperar espacio del coche” y conseguir zonas verdes “para el uso de las personas”.

De las 503 supermanzanas planeadas por el momento, hay cinco en marcha en Poblenou, Sant Antoni, Horta, Les Corts y Hostafrancs

Este último es clave, ya que, según el arquitecto, Barcelona es “una ciudad que no tiene verde”. Ante esta realidad, y frente al protagonismo del automóvil en la urbe, “la vocación es transformar la estructura completa de la ciudad”, concluye.

El director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona e ideólogo de las superilles en la capital catalana, Salvador Rueda, defiende el perfil “más flexible” del modelo barcelonés frente a iniciativas como Madrid Central o 360, que solo afectan a “una zona muy pequeña de la ciudad”. En su despliegue completo, apunta, las supermanzanas pueden llegar a todo el territorio urbano.

Rueda considera que “no tiene nada que ver” implantar una sola superilla con desplegar al completo todas las 500. Con solo cinco en toda la ciudad, por ahora su implementación es reducida. No se han conseguido cambios perceptibles en la contaminación a nivel de toda la metrópolis, aunque sí reducciones locales en el tráfico o el ruido.

La transformación urbanística es también inmediata, pero no libre de controversia. La actuación pionera, la de Poblenou, nació como prueba piloto entre la oposición vecinal. Aún así, el consistorio hizo correcciones. Se adaptó la circulación y se impulsaron actividades municipales y vecinales como cines a la fresca, talleres de fotografía y eventos deportivos.

Dos años más tarde, el presidente de la Plataforma d’Afectats per la Superilla, Jordi Campins, reconoce el “cierto éxito” de las mesas de picnic o las zonas de juego infantil. Pero valora negativamente el experimento urbano al considerar que daña el comercio y “no soluciona” el problema de la contaminación al congestionar las calles exteriores..

Una pancarta en Poblenou en contra de las superillas / LANDON ODLE

«Creas tejido vecinal, no hay contaminación, ruido… y es más seguro para los niños», asegura Genís Barrera, tesorero de Col·lectiu Superilla Poblenou

 El proyecto ha logrado despertar la atención de grandes medios internacionales. The Guardian, la BBC y The New York Times han publicado reportajes sobre las supermanzanas en Barcelona.